(PDF) i' 1 · 2018. 6. 20. · Yá las luces matinales a las sombras desterraron, y con ellas, las ardientes bacanales de las ninfas y los sátiros cesaron. Tornan, locas, las ondinas - DOKUMEN.TIPS (2023)

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E R Ó T I C A S Y S E N T I M E N T A L E S
pminiiiipiiiiiimiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Srófi CáS
y (Sentimentales
V A L L A D O L I D Imprenta Viuda de Montero
F e r r a r i , 4 & 6
lllllllllllllllllllllllllllllllllltllllllllllllííllllllllllllllllllli
marca la ley.
DEDICATORIA
E s t e libro no está dedicado a nadie; vive»
sin embargo, en sus páginas, el recuerdo
de "alguna,, que no fué, por completo, a je ­
na a él.
Son estos cantos, gritos salvajes de la pasión;
no se me oculta cuan poco valen;
que por sus galas no sobresalen,
tampoco ignoro; pero cual són,
asi los siento y así me salen
de lo más hondo del corazón.
ERÓTICAS
M U J E R Y V I D A
A l susp i ra r me mi ras y sonr íes ;
y después que sonr íes y me m i r a s ,
te avergüenzas, y f i jas en el suelo
rubo rosa la v is ta . . .
¿Esc lava del pudor? ¡Pudor ma ld i to ! ;
¡h ipócr i ta cubierta de la v ida
que ocul ta las más bel las, las más grandes
de las humanas d ichas !
¿Por qué cendales a tus o jos pones
cuando fuego despiden tus pup i las?;
¿por qué di r i jes la mi rada al suelo
cuando tu carne de pasión palp i ta?;
¿por qué empobreces del amor las ga las
con torpes y embusteras ñoñer ías
que convier ten subl imes ideales
en necias payasadas de la v ida . . .?
14 EDUARDO G . CHICANO
M i r a mujer; y o qu iero que íú seas
Mu je r y nada más; luz, a rmonía
y encanto de mi cuerpo que te l l ama,
y g lo r i a del A m o r que íe ideal iza. . .
Y o quiero que palpites en mis b razos ,
s in ve lar con rubores tus del ic ias:
yo qu ie ro que al besarse nuestras bocas ,
tus mi radas res is tan a las mías,
y al a l to c ie lo, juntamente suban ,
y juntas bajen, cuando A m o r las r inda .
Y o qu iero que val iente y a rdo rosa ,
no mates la pas ión que te fa t iga;
qüe deseches r id ícu los temores
y o rgu l l osa te muestres al ser mía.
Y o qu ie ro , que mujer tan só lo seas,
mujer , só lo Mujer ; no sensi t iva
mar iposa de míst icos vergeles,
¡estúpidas leyendas de la V i d a !
¿La V ida con lamentos y susp i ros
qüe destempladas l i ras
a rpeg ian , y crueles desengaños,
y fingidos candores, y f ing idas
y débi les pasiones de enfermizos
y candidas mi radas de enfermizas?
L a V ida no es así; la V ida es g rande ,
y g rande es todo lo que goza V ida ;
ERÓTICAS 15
lo pequeño, lo mus í io , la entorpece
y le qui ta v i g o r , luz, a legr ía . . .
La V ida es; tus o jos b r indadores ,
no cuando bajos hacia el suelo m i r a n ;
la V ida es; tus pechos a r d o r o s o s
cuando el A m o r los h incha;
la V ida es; tu busto sorprendente ;
tu carne son rosada que se agi ta
p ic tór ica de eró t icos anhe los ,
cuando vencida huyó la h ipocres ía :
es el ave que canta, el mar que ruge ,
la a romát ica f lo r cuando no br i l la
lejos del ta l lo que la v i ó capu l lo :
es la au ro ra de luces nacar inas ,
es el beso del so l sobre la t ;e r ra ,
que sus entrañas de ca rbón ca lc ina.
Y s iendo así la V i d a , mujer bel la ,
y siendo tú compend io de la V i d a ,
y habiendo en tus entrañas tanto fuego
como en el centro de la t ie r ra m isma ,
¿por qué no has de mos t ra r te tal cual cres^
esplendida, soberb ia , peregr ina ,
s in míst icos candores men t i rosos ,
que tu carne de b rava mor t i f i can?
¿Por qué cuando tus o jos embelleces
con los ch ispazos de pas ión d iv ina
16 EDUARDO G . CHICANO
y t iemblas y susp i ras? . . . .
¡Te arrepientes mujer ! jMe br indas besos
y loca de pasión me desafías,
y tus b razos me t iendes del i rante,
y tus o jos me inv i tan ! . . .
¡Bendi ta tú mi l veces, mujer bel la ! ;
¡bendita tu a r rogante valentía
que haciendo un asco a los celestes r a y o s ,
b r inda en la t ie r ra las humanas d ichas ! . . .
¡Junta tu pecho con el pecho mío ! ;
¡ junta tu boca con la boca mía,
y entonemos un h imno de placeres,
h imno de fuego, de pas ión , de V ida ! . . .
N O C H E P A G A N A
N O C H E P A G A N A
A MANUEL BENDALA
'de las g ru ías d iamant inas
que f o r m a r o n las cascadas en las r o c a s ;
s u r g e n , l o c a s ,
de las aguas c r is ta l inas .
E s la noche de sus g o z o s ;
de sus f rancos a lbo rozos ;
de sus grandes bacanales de l i c iosas ;
van desnudas, s in rebozos ,
cual fantást ico t ropel de mar iposas ;
y remedan con su r i sa
los murmu l l os de la b r isa
que en el bosque juguetea,
y los ta l los de las f lo res balancea.
Danzan , huyen ,
perseguidas por los sá t i ros que bul len
20 EDUARDO O. CHICANO
cua l enjambre de go losos abe jo r ros ,
y dest ruyen
las cadenas de sus c o r r o s .
E n el bosque cor tan f lores
conque prenden sus cabe l los ;
las mejores,
las de más puros o lo res ,
en gu i rna ldas las enlazan a sus cue l los ;
y los rayos de la luna
que at rav iesan la f lo res ta ,
bañan dulces, con temblores de l aguna ,
de las síl f ides y sá t i ros la f iesta.
E s la noche de los ce los;
de los lúbr icos amores fecundantes
conque sacian sus anhe los ,
ba jo el manto tachonado de los c ie los ,
las desnudas mi to lóg icas bacantes.
E n sus cuerpos a r d o r o s o s ,
amon tonan las del ic ias
con espasmos a m o r o s o s ,
de los faunos insaciables las car ic ias ;
y resuenan,
ERÓTICAS 21
de las ninfas y los sá t i ros , y suenan
los chasquidos de sus besos ;
y los pétalos se jun tan de las flores,
que enlazadas,
y se escuchan en el bosque las baladas
de los pá jaros cantores ;
y la t ie r ra es invad ida
por la f iebre p roc readora ,
que se to rna b ienhechora
en excelso nupc ia l lecho de la V ida . . .
Y á las luces mat inales
a las sombras des te r ra ron ,
y con e l las, las ard ientes bacanales
de las n infas y los sá t i ros cesaron .
T o r n a n , locas , las ond inas
a las gru tas d iamant inas
que f o r m a r o n las cascadas en las r o c a s ,
t o r n a n , l o c a s ,
a las aguas c r is ta l inas .
V I R T U O S A
V I R T U O S A
iC pal ideces mor ía les
tu r os t r o se va cubr iendo
y en el las v o y so rp rend iendo
el secreto de tus males.
A m o r e s s in duda són
la causa de tus sent i res;
amores son los su f r i res
de tu pobre c o r a z ó n .
A m o r es quien ar rebata
de tu cuerpo los co lo res ;
desast rado mal de amores
es el do lo r que te mata .
Soberb ia quieres vencer
esa pas ión poderosa ,
¡no puedes, pobre mujer !
¡es cadalso la v i r tud
de tan santos desvar ios !
Es doga l que te apr is iona
porque el mundo así lo qu iso ;
es soñado paraíso
Es la pena de m o r i r
v iendo la v ida cercana;
es la pena soberana
¡Maldi ta v i r t ud que ahoga
en tu cuerpo los p laceres!
¡del do lo r de las mujeres
esa v i r t ud es la soga ! ;
esa v i r tud entendida
como verdugo del a lma;
v i r tud que roba la ca lma,
v i r tud que roba la v ida .
Es t raña y torpe v i r tud
que los hombres inven ta ron ;
con esa v i r tud pac taron
vuestra eterna esc lav i tud.
ERÓTICAS 27
romper las duras cadenas;
que te dest rozan la v ida .
He v is to s in a r rebo l
n iñas que mueren de amores ,
he v i s to m o r i r las f lo res
cuando no las besa el s o l ;
y veo la p leni tud
de tu bel leza caer,
y p ienso, ¡pobre mujer !
que ese m o r i r no es v i r t u d ;
y que la V i d a te l lama
cuando tú p ierdes la v ida ,
y que a goza r te conv ida
el A m o r que te rec lama.
Rompe, pues, l os eslabones
de la cadena sombr ía ,
desprec iando, he rmosa mía ,
del mundo las ma ld ic iones .
S O Ñ A D O R A S
S O Ñ A D O R A S
Pasan t r is tes y l l o r o s a s ,
pasan must ias , cav i l osas
pál idas y deso ladas,
estas v í rgenes a jadas,
estas pobres v i r tuosas.
V a n en r isas so l l ozando ;
van r iendo, van l l o rando ,
y en sus secos corazones ,
las march i tas i lus iones
sus espinas van c lavando.
¡Pobres bel las sin ventura
consumidas en la oscu ra
i lus ión de los p laceres!
¡Van jugando las mujeres
Sueñan dulces embelesos;
sueñan báquicos excesos
32 EDUARDO Q. CHICANO
sueñan v ida , sueñan besos . . .
E n sus o jos b r indadores
que han a jado los do lo res
con que el mundo las condena,
hay ref le jos de la pena
de las hembras s in amores ;
hay rec lamo de consuelos
que d is ipen los recelos
dest ructores de del ic ias,
y hay rec lamo de car ic ias
cuando m i ran a los c ie los . . .
Del esc lavo los eno jos
sa l ían fieros a sus o jos ,
y en el ansia de placeres,
amar quieren las mujeres
s in estúpidos s o n r o j o s .
A m a r qu ieren; las conv ida
fuerza ext raña y escondida
en sus carnes c l amorosas .
A m o r quieren las he rmosas ;
las esclavas quieren V i d a . . .
L A P L E G A R I A D E L A V I R G E N
L A P L E G A R I A D E L A V I R G E N
Del ó rgano las roncas v ib rac iones ,
estremecen los m u r o s del conven to ,
donde l l o ran y v i ven en p legar ia
las pobres soñadoras de lo eterno.
L o s oscu ros son idos musica les
retumban en las celdas, c o m o ecos
de do lo r y de muer te ; y las canciones
conque imp lo ran las v í rgenes al c ic lo ,
más que dulce o rac ión de v i r t uosas ,
asemeja d iabó l i co conc ie r to ;
aquelarre de bru jas repugnantes
en con ju ro al in f ie rno. . .
¡ Infel ices! ¡Qu izás l l o ran la V i d a
qüe apenas conoc ie ron !
¡Quizás cuando del mundo l os rumores
perciban en su enc ie r ro .
EDUARDO Q. CH1CANO
mald igan las del ic ias no encont radas,
que de n iñas mint ió las el convento !
E n la fúnebre paz no ha l lan a l i v io
las ansias mis ter iosas de sus cuerpos ,
que en la t r iste f r ia ldad de las capi l las
se agi tan rec lamando sus derechos . . .
¿Qué míst icas leyendas
que en nombre de fantást icos mis te r ios ,
condena los amores terrenales
c o m o f ru to noc ivo del in f ierno?
¿Qué paz es esa paz de muerte y sombras
a l a lma impuesta por fatales m iedos? . . .
¡Oh crue ldad, oh crue ldad! ¡La t r is te celda
de aquel la f lo r , robada a los serenos
goces subl imes del amor humano ,
recoje de cont inuo los lamentos ,
que la pobre sedienta de verdades
lanza, imp lo rando su favo r al c ie lo ,
pos t rada ante la imagen do lo rosa
de un C r i s t o cadavér ico ! . . .
ERÓTICAS 37
S i hay remedio , Señor , oye mis penas;
escucha m i p legar ia d o l o r i d a ,
y rompe por piedad estas cadenas
que me roban las d ichas de la v i da .
Y o , Señor , te busqué, c reyendo ha l lar te
en esta so ledad que me d e v o r a ;
creyendo que adora r , era adorar te
en la paz conque aquí no se te ado ra .
Me min t ie ron ¡ fa laces! tus eno jos
aquel los que a la muer te me l anza ron ,
poniendo de rel ieve ante mis o jos ,
cast igos que a m i espír i tu espantaron.
E g o í s m o cruel que no conc ibo
d ic tó de m i ma r t i r i o la sentencia,
y empujóme a las luchas en que v i v o
con el peso fatal de mi conc ienc ia .
Y o te a d o r o , g r a n D ios , pero m i a lma
aquí no reconoce tu g randeza,
n i goza los placeres de la ca lma
que pretenden goza r las que te rezan.
Las vagas maquinales o rac iones
que salen de mis lab ios t r is temente,
te l levan el r u m o r de las pas iones
que pretendo domar inút i lmente.
58 EDUARDO Q. CHICANO
Perdóname si torpe y engañada
te br indé ün sacr i f ic io que no s iento ,
hoy que yace mi v ida lacerada
por inmenso y cruel remord im ien to ;
y perdona s i pecan de impureza
las fur ias de los males conque lucho ;
perdona de mi cuerpo la f laqueza,
perdona mis desvelos, ¡sufro mucho !
N o soy y o , San to D ios : fuerzas ex t rañas
me muestran la v i s ión de lo perd ido ,
de r ramando con fur ia en mis ent rañas
el peso de un do lo r desconoc ido . . .
Y a los sueños de v i rgen ignoran te
de mis lóbregas noches han hu ido ,
desechos por la f iebre devoran te ,
que consume m i cuerpo d o l o r i d o .
L a esperanza, la fe , las i lus iones;
l os soñados placeres del conven to ;
las dulces e ideales concepciones
conque feliz gozaba el pensamiento ,
huyeron t ras los años infant i les
c o m o secos e inút i les despo jos ,
que o í ros t iempos, fantást icos pens i les ,
hoy mis duelos conv ier ten en ab ro jos . . .
ERÓTICAS 5 9
germinados de impúd icos anhe los
los que causan del cuerpo los do lo res ;
son fatales verdades de los c ie los .
E s la fuerza c readora de la l lama
más santa y poderosa que encendiste;
es la V ida fecunda que rec lama
el derecho que T ú le concedis te;
es el g r i to feroz de la concienc ia
que despierta su sueño de su ic ida ;
es la so la razón de la ex is tenc ia;
es el canto más bel lo de la v ida ;
es la santa m is ión de las mujeres
ca lumniada por leyes eno josas ,
que nos l lama a cumpl i r nuest ros deberes
o lv idados , de madres y de esposas;
deberes sac rosan tos que e lud imos
en los t ie rnos a lbores de la in fanc ia ;
placeres inefables que perd imos
cegadas por estúpida i gno ranc ia :
• D iv ina rea l idad que une a las aves
en el n ido a m o r o s o que te j ie ron ,
y mezcla de las flores los suaves
y cál idos a romas que ve r t i e ron .
40 EDUARDO O. CHICANO
del mundo en los incógn i tos a lbo res ,
fecunda y poderosa ley sagrada
que r ige hasta los ta l los de las flores...
¡Oh sacr i lega lucha, necio sueño
que a estéri l sacr i f ic io nos induce;
la bárbara crueldad de tal empeño
más que al eterno b ien, al ma l conduce!
Y o no dudo que T ú ves eno jado
la fa lsedad con que adorar te quieren
desde el seno del c laus t ro deso lado ,
las que l lo rando sus desdichas mueren ;
y severo condenas la impos tu ra
de los que en nombre del A m o r D i v i n o ,
n o s l levan a la tétr ica c lausura
engañando las leyes del des t ino . . .
¡ T ú que ves mi su f r i r desde los c ie los
donde moras de soles c o r o n a d o ;
T ú que ves mis insó l i tos anhe los
y conoces la fe conque he luchado ,
apiádete de mí s i ya venc ida
y amargado mi pecho por las penas
que me roban las d ichas de la v ida ,
s ó l o pienso en romper estas cadenas!
ERÓTICAS
L l o r a la v i rgen en la t r is te celda
donde recluye su do lo r inmenso
postrada ante la imagen do lo rosa
de un C r i s t o cadavér ico .
L l o r a la v i rgen en la ho r r ib le cárcel
donde sus o jos s in querer se abr ie ron
a la luz de la V e r d a d potente,
cuando su mal desconoc ió remed io .
E n tanto los son idos musica les
retumban en las celdas c o m o ecos
de do lo r y de muerte, y las p legar ias
que d i r igen las v í rgenes a l c ie lo ,
( fúnebre co ro de gangosas voces ) ,
asemeja d iabó l i co conc ie r to ,
aquelarre de bru jas repugnantes
en con ju ro a l i n f ie rno . . .
HIJA N A T U R A L
HIJA N A T U R A L
Si l os hombres in jus tos condenaron
y crueles t ra ta ron de v i leza
a l A m o r que d io v ida a tu bel leza,
con h ipócr i tas m i ras lo j u z g a r o n ;
l os r a y o s de ignomin ia que l a n z a r o n ,
d iadema, s o n , de luz en tu cabeza,
que n imban con sus fuegos la grandeza
de aquel los que tus g rac ias engend ra ron .
N o temas los d iscursos d i famantes
que lanzan esos púd i cos farsantes
de i gno rados y bíb l icos amores ,
pues de tu inc ier to o r igen se desprende
que naciste de amor que no se vende,
como nacen las aves y las f lo res . . .
C O M O J U L I E T A
C O M O J U L I E T A
Esta noche has ves t ido íü b lanco t ra je ,
y al ba lcón de mis sueños te has a s o m a d o ;
y o te he v i s to rad iosa t ras el encaje,
que en tu ba lcón las flores han l abo rado .
H a s l lenado el ambiente de una ambros ía
c o m o esencia de azahares, vo lup tuosa ,
y ha cegado mis o jos la pedrería
que de r raman los tuyos , esp lendorosa ;
y a l ba lcón de mis sueños dejas sujeta
la escala que ha prend ido nuest ro Deseo,
porque esperas el beso ,—como Jul ieta,
q u e al sub i r he de da r te ,—como Romeo . . .
S E D I E N T O
S E D I E N T O
Yo cansado del camino
y—¡hoga r para un pe reg r ino !—
supl icante g r i ta r ía :
— V e n g o sediento, señora ,
y el so l es sañudo a veces;
s i me soco r res a h o r a .
D i o s te pagará con creces;
es de corazones buenos
la sed de u n t r is te apagar ;
¡dame en tu búcaro a l menos
agua para re f rescar !—
— B u e n peregr ino , d i r ías ,
fuente ha l la rás a tu paso ,—
y en ruego me escuchar ías:
—¡Dame a beber que me abraso!-
54 EDUARDO Q. CHICANO
ha l lar fuente en sü camino ,
no teme ni desespera;
¡sigue andando peregr ino ;
pide el agua en o t ra par te ;—
—¡Só lo a tí te p ido en v a n o ! —
— N o tengo copa en que da r te !—
—¡Dame a beber en tu m a n o ! —
y a caso tú sent i r ías
m i tr isteza y mi pesar,
y en tu mano me darías
agua para ref rescar . . .
Or ig ina l inv i tac ión la tuya,
del A m o r y la v ida sobe rana !
Ol ímpica cual d iosa
y cual las d iosas a r rogan te y b rava ,
mos t ra rme quieres el desnudo cue rpo
que mide la grandeza de tu a lma ,
con el fiero va lo r de las que vencen,
: on el pu ro placer de las que aman .
¡En nombre del A m o r te b r indas g rande
al poeta que A m o r y V i d a canta!
E n tu baño , sag ra r i o de p laceres,
me des lumbras, mujer ; nunca s o ñ a r a ,
m i mente que dormi ta fantasías
sorpresa tan gent i l ; bel leza tanta .
Es tu baño más b ien, cr ip ta de d ioses ;
es tu baño más b ien, u rna fantást ica,
d igno fondo de pór f idos y jaspes,
donde la luz de tu beldad resal ta.
58 EDUARDO G . CHICANO
Apareces en é l , v i s i ón d i v ina ,
vest ida del cabel lo , que der ramas
en el rosado nardo de íu cuerpo,
c o m o célicas sombras esfumadas
enc ima de las luces nacar inas
y r isueñas del a lba. . .
¡Magníf ico contraste f o r m a , sue l to ,
tu pelo negro con tu carne b lanca!
C u a l en rosa l de carminadas rosas
bro ta el r o j o bo tón , ta l se señala
la dulcís ima ga la de tus besos
en tus labios de g rana .
Y o pretendo beber los, ago ta r l os ,
mas los b razos ebúrneos adelantas
y c iegas mi mi rada codic iosa
con tus manos de nácar ,
ocu l tándome un punto la bel leza
que t odos mis sent idos embor racha .
E n pro fundas t inieblas quedar ía ,
s i no fueran tus dedos los que gua rdan
mis asombrados o jos , pero veo
a l contacto fel iz con los del a lma,
y el r aso de tu carne t ransparente
ab rasa con su fuego mis ent rañas.
ERÓTICAS 59
¡Oh d iosa del A m o r ! Qu ie ren mis b razos
la inf ini ta bel leza de la maga
contra el pecho estru jar ; mas , t ú , l igera
cual sorprend ida co rza , te separas
del amante rend ido , que susp i ra
mientras b r indas al agua,
que refleja tu busto de bacante,
todas tus esbelteces soberanas . . .
A lbo ro tas el p lano c r i s ta l ino
del refrescante l íqu ido, que lanza
metál icos mu rmu l l os , cuando mo ja
tus curvas sorprendentes , y rega la
de perlas tus cabel los tenebrosos
en fuerza de ser negros , mient ras danzan
mi l concéntr icas ondas en tu t o r n o ,
que te besan, se r i zan , y se marchan . . .
¡Quien pudiera besarte
con el beso in f in i to de las aguas!
Los vapores de V ida que t rasc ienden
de tu cuerpo a o leadas,
aceleran con fuerza p rod ig iosa
el loco to rbe l l i no de mis ans ias .
Un susp i ro de A m o r abre tus lab ios ;
—¡ lab ios de fuego, cuya l impia g rana
env id iaran las ro jas amapo las !—;
50 EDUARDO O. CHICANO
y o lo bebo sediento y en el a lma
engendra, procreador , mi les y mi les
que mi pecho te lanza. . .
A l t i va y sonr iente, como ninfa
que estúpidos rubores no acobardan ,
surges del baño que templó tu carne,
¡ inconcebible, magna !
más fuerte guardador que son las fa lsas
v i r tudes de esas pobres soñadoras ,
que se dejan vencer locas de rab ia !
L o s múlt ip les lunares que tachonan
tu carne soberana,
a l ve r los , me parecen mi l extrañas
qu imér icas estrel las, que refu lgen
en noche s ingular de sombras b lancas . . .
La turgente f i rmeza de los senos
que el b lanco néctar de la v ida gua rdan ,
parece rec lamar los t iernos lab ios
del f ru to del placer, de tus ent rañas. . .
E l b lanquís imo l ienzo te presento;
¡ impor tuna mampara
ERÓTICAS
todo un cielo de g rac ias !
¡Nueva y g ra ta v i s i ón ! E l a lbo paño
en mi l r i zados pl iegues, enmascara
las poderosas curvas ideales,
y en reposo un momen to , s imbo l izas
quimér ica escul tura de pagana. . .
¡Glad iadora de A m o r ! : ¡Qu iero besar te ;
y apurar de tu boca la f raganc ia ;
y abrasar mis mi radas en las tuyas ;
y escuchar las cansadas
ternuras que bro ten de tus lab ios ,
cuando r inda el A m o r tu carne b rava . . .
A l caer en mis b razos ,
por mis besos ardientes dominada ;
yo perc ibo los ráp idos la t idos
que tus senos esfér icos levantan,
y te s iento m o r i r de tanta V i d a
como funde el amor en tus en t rañas . . .
61
J U E G O D E A M O R
J U E G O D E A M O R
Yo te quise querer c o m o quer ías ;
con la vana v i r t ud del que n o s iente
más que nos ta lg ias y rubo res f rente
a las hogueras del A m o r b rav i as ;
de azules tocas , las pas iones mías
quise vest i r en mi fingir demente,
para mos t ra rme a tí tan inocente
c o m o en mis t ie rnos infant i les d ías.
Y mientras y o la V ida fa lseando,
en tu pecho la V ida fué venc iendo
escrúpu los añejos des te r rando ;
y hoy que amores p la tón icos te o f r e n d o ,
te separas de mí—bur la b u r l a n d o , —
de mis castas protestas son r i endo .
E R E S M O R E N A . . .
E R E S M O R E N A . . .
Eres morena , de un mo reno leve
que ensangra un íénue a lborear de r o s a s ,
y hay en tus o jos , sobre f ondo n ieve,
un ab ismo de sombras espantosas;
v iven dormidas en tu boca breve
las de tus besos dulces mar iposas ,
y n i aun el v iento de tu v o z , se atreve
a r ro ja r de su n ido a las go losas ;
y en tu elegante delgadez de l i r i o
se estrel la la i l us ión , con t ra un de l i r io
de escondidas y magnas esbelteces;
y en ansias locas se revuelve el a lma ,
cuando sorprende el ondu la r de pa lma
con que tu busto de bacante meces. . .
S I E S T A A N D A L U Z A
S I E S T A A N D A L U Z A
A EDUARDO CHICANO MANUEL LARREA
Esc lavo del A m o r y la bel leza,
cantarte intento en est rofas l lanas
todo el hondo mis ter io y la grandeza
que atesoran mis t ier ras a f r icanas.
Y pues que son tus anda luzas t ie r ras
espejo f iel de m i a f r icano sue lo ,
que hermanas son sus s ie r ras
y uno m ismo su c ie lo :
Oye mi tosca guz la sar racena
y d ime f rancamente,
s i es que puede sona r ga lanamente
a l pie de tu feraz s ier ra M o r e n a .
E l so l marcha lento
ver t iendo sus rayos que caen ver t ica les ,
dorando t r iga les ,
que son del cor t i j o la paz y el contento .
74 EDUARDO G . CHICANO
La siesta andaluza, que es siesta de Or ien te ,
t iene algo d iv ino que l lena el ambiente
de a romas de ñores ;
chasquidos de besos; susp i ros , a rdo res ,
son idos cruj ientes,
de t roncos que estal lan repletos de v ida ,
y a r ro jan potentes
por anchas her idas,
queengendra las plantas y engendra las flores...
L a sangre c i rcu la con fuerza asombrosa ,
go lpea el cerebro de mente a r d o r o s a
y a r ranca el ch ispazo,
la idea imper iosa
de negros o jazos y tez nacar ina .
L a v i rgen esclava de fa lsos pudores
se agota en la siesta de in ternos a rdo res ;
se agi ta en el lecho,
s in t iendo congo jas de A m o r en el pecho
y afán de placeres,
que no le permiten t i ranos deberes. . .
S u s carnes palpi tan ard ientes, cual l l ama;
su cuerpo do rm ido se arquea en la cama;
ERÓTICAS 75
entorna los o jos ;
estal lan en besos sus dos lab ios r o j o s ;
extiende los b razos ,
b r indando con el los du lc ís imos l azos ,
y en ansias de loca
di lata sus o jos y entreabre su boca . .
La vega andaluza parece do rm ida ;
tan so lo se escucha cantar la c iga r ra
y acaso la copla le jana y perd ida
que el pecho desgar ra ,
do l iente, del hombre
que adora a la v i r gen ; y a l lá en su aposento
después de un lamento ,
acaso la n iña pronunc ie su nombre . . .
C O N T E S T A C I Ó N
C O N T E S T A C I O N
A MANUEL LARREA
Tu siesta andaluza, m o r u n a , indolente,
soñada en los fuegos del A t las ard iente,
re t ra ta admi rab le ,
de intensos anhe los , el caso frecuente
en más de una niña de r o s t r o adorab le .
T ú vés en el beso del so l a la t ie r ra ,
el s ímbolo b ravo que el bá lsamo encier ra
de tantos ensueños, de g ra tos p laceres,
y ves, de la sangre , la míst ica guer ra
qne van sosteniendo las pobres mujeres.
T ú vés los do lo res
que punzan sus pechos sedientos de amores ;
las vés en el ansia de lúbr ica f iesta,
lamidas sus carnes en tarde de s iesta,
por l lamas intensas de ex t raños a rdo res . . .
80 EDUARDO G . CHICANO
E s cierto y es t r is te : Y o sé de donce l las ,
que fueron v iv iendo sus ho ras más bel las
sumidas en negra constante amargu ra ,
y luego, pasadas las horas aquel las,
yo v i que eran E l las
march i tos despo jos , ajada he rmosura .
También tú las v is tes, lo dice tu canto ;
también las razones supiste del l lanto
que v ier ten sus o jos ,
tan dulces y l lenos de encanto,
tan must ios a causa de tantos eno jos .
Po r eso tu canto me a legra y me apena;
p o r eso me acuerdan tus ve rsos va l ientes,
aquel las mujeres que mueren de pena,
lanzando r isueñas sus cantos do l ientes,
a l par que palp i tan sus pechos, ard ientes
igua l que las cumbres de S i e r r a - M o r e n a .
Hablé de sus o jos , que son c o m o estre l las;
hablé de sus lab ios , que son como f lo res ;
hablé de sus dulces amantes quere l las ,
que son como t r i nos de los ru iseñores ;
y en todos mis cantos hablé de las bel las,
pues v i sus quebrantos y v i sus do lo res ,
y v i que la V ida fecunda, son E l l as .
ERÓTICAS 81
tan pobre de galas cual l lena de v ida ,
cantó sus congo jas ,
cantó de sus sueños la d icha perd ida,
que iguala a la rama del á rbo l ca ida,
s in f ru to , s in ho jas . . .
Y al ver que tu musa lamenta sus males ;
al ver que conoces las luchas fatales
a que las ob l igan sag rados deberes,
deberes preñados de t r is tes finales,
yo siento en mi pecho los g ra tos p laceres
de los que sorprenden sent i res igua les . . .
L A M O S C A N E G R A
L A M O S C A N E G R A
He sent ido los zumb idos
de la grande mosca negra ,
de la mosca que fecunda
en las fosas , en las huesas. . .
He mi rado las espiras que descr ibe
sobre el cuerpo de la muer ta ,
a quien tanto miedo d ie ron las car ic ias
de la grande mosca negra .
¡Oh que t r is te , s i los o jos
de la pobre se ent reabr ieran
al zumbido del insecto
E n las gr ie tas de las tumbas
donde cuece la miser ia ;
en el asco de la muerte
de lagar tos y cu lebras,
en el asco de la carne putrefacta
86 EDUARDO Q. CHICANO
de las best ias,
las he v is to vamp i resas , embr iagarse
con el suc io fermentar de la mater ia .
A l t ru is tas , maternales,
estas negras best ieci l las que rodean
el cadáver ado rado ,
deformada y putrefacta
para en el los fecundar su descendencia,
la guar ida donde nazcan sus h i jue los
vamp i rosos como el las.
Y o las s igo con los o jos espantados
en sus g i r os , en süs vuel tas,
po r encima de los párpados hund idos
que ya el v i d r i o de la muerte só lo c ie r ran ;
po r encima de las carnes sonrosadas
—en un t iempo,—de la be l la ;
y con miedos que no ac ie r to ,
las so rp rendo como s iembran
en las b lancas r ig ideces,
el h o r r o r de la gangrena ,
el espanto de sus óvu los ma ld i tos ,
donde duerme tanta best ia. . .
ERÓTICAS 87
una tarde de de l i r ios pasionales
y amorosas epi lepsias,
de do lo r y de protesta ,
que un instante des t ruyó los santos goces
ref lejados en los o jos de la bel la.
Y o la v i que temb lo rosa y angust iada
en mi pecho sepultaba su cabeza,
al teradas las facc iones por un gesto
do lo roso de t raged ia . . .
Y mas tarde me decía:
—¿Tú no sabes el mo t i vo de m i pena?;
¡es tan nec io! ; ( ;no te bur les ! )
¡es tan necio que el dec i r lo me ave rgüenza ! :
la producen los zumb idos
de la grande mosca negra ,
que me espanta y me estremece,
que me asusta y que me l lena
de sobresal tos el a lma . . .
Pienso que si se me acerca
ha de fecundar en mí ,
ver t iéndome la miser ia
de su negro h inchado v ien t re ,
donde tantas h i jas l leva:
88 EDUARDO O. CHICANO
tan to , que aun después de muer ta
t iemblo de que se me acerquen. . .
¡ O h por D ios ! ¡si tú me ve las ,
n o dejes que en mi cadáver
repose la mosca negra !
Y cobarde, con temblores
c o m o vue la ,
y descansa sobre el cuerpo inan imado
que l l o rando me p id ió lo defendiera.
Y o no puedo, no me a t revo
con la mísera grandeza
de estos seres, que ver t iendo van la V i d a
en los restos que t rop iezan ,
ya sean restos de mujeres adoradas ;
ya sean restos de lagar tos y cu lebras . . .
S A B Á T I C A
S A B A T I C A
Medrosa la noche: Sabát ico au l l ido
sorprende la calma de gnomos y endr iagos ;
las bru jas concur ren con joyas fos fó reas
que artí f ice ho r r ib le fo r jó en un osa r i o .
La luna der rama fu lgores s in ies t ros
bañando a la t ie r ra con tonos es t raños ,
al par que mi l hachas de azuf re , despiden
en verdes fu lgo res sus luces de espanto.
E n c í rcu lo g i r an figuras s in iest ras
a co ro d ic iendo lu jur ias en sa lmos ,
y juntan sus bocas en fét idos besos,
y l iban las hieles en un m i s m o c ráneo. . .
Un sá t i ro mons t ruo preside la fiesta,
impáv ido y g rave como un soberano ;
92 EDUARDO Q. CHICANO
desnudos los pechos turgentes y b lancos ,
y luego le ofrecen en cál ices óseos
pa ra que comu lgue , c ien host ias de ba r ro . . .
E n tanto la danza de fieras lu ju r ias
p ros igue sus j i ros con locos espasmos,
d ic iendo de besos en cantos de iglesia
y hab lando de rezos en cantos p ro fanos . . .
De p ron to los o jos del sá t i ro br i l lan
c o n luz tenebrosa de tonos v io láceos ,
y ag i tan temblores obscenos sus miembros
y b ro tan babazas de sapo sus lab ios .
Las b ru jas estrechan el cerco febr i les,
sedientas de besos y ha lagos del macho ;
te rmina la danza de ráp idos g i ros
y caen po r los sue los en ín t imo ab razo . . .
C o n s u m a n la ext raña mons íuosa l i tu rg ia
que d ic ta, ¡quien sabe qué r i tos macabros ! ,
y beben revuel ta con v i n o , la sangre
de per ros rab iosos , en tazas de c ráneos.
La luz de la a u r o r a se anuncia r isueña,
y entonces al t ib io besar de sus r a y o s .
ERÓTICAS 93
La luz esplendente disuelve la fiesta,
que deja, al perderse, mu rmu l l os de sa lmos ,
cru j idos de huesos , sabores de azuf re
y estrañas v is iones de tocas y sayos . . .
E N L A S I E G A
E N L A S I E G A
La faena es a desta jo
en estos rub ios t r iga les ;
¿más gananc ia? ; jmás t raba jo ! ;
y el t raba jo boca aba jo ;
¡ igual que los an imales!
Q u e m a el so l los t r i gos hechos ,
y aunque pesen sus a rdores ,
hay que segar , segadores ;
a nuest ros buenos señores ! . . .
S iega , l ab radora , s iega;
s iega mient ras que la ho ra
de nuest ro descanso l lega;
¿cansada estás?; ¡pues reniega
7
y tus espaldas desnudas;
ipero es tu cuerpo tan bel lo
a pesar de lo que sudas !
y eres bien fuerte, labr iega;
no te r inden los hozazos
abrumantes de la s iega;
¡tu cuerpo so lo se entrega
al abrazo de mis b razos ! . . .
S iega, s iega, segadora ,
que ya se acerca la ho ra
de nuest ros g ra tos p laceres;
h o r a que os to rna mujeres
las que so is best ias aho ra . . .
E l so l quema los t r iga les ,
tos tándonos sus a rdores ;
¿qué mes dá?; jya nuest ros males
cesarán en los maizales
a l mezclar nuest ros sudores ! . . .
¡Vengan a ver cual g o z a m o s ,
los opu lentos , los amos
de palacios y co r t i j os .
ERÓTICAS 99
Comparen las b landas camas
donde gozan de sus damas
la del icada bel leza,
con la mísera pobreza
M i ren la carne bendi ta
de nuestras pobres mujeres
¡oh, cuan poco nos inci ta
esta carne a los p laceres! . . .
M i ren sus ros t ros tos tados ,
s u s cabel los desgreñados ,
y s u s o jos l ac r imosos ;
¡son muy poco apet i tosos
estos cuerpos abrasados ! . . .
con lu jur ias de sa lva je ,
con sus car ic ias g o z a m o s ,
y entre s u s b razos de jamos
la hiél de nuest ro cora je .
100 EDUARDO Q. CHICANO
que como joyas guardá is !
Debéis cuanto d is f ru tá is ,
so lo a las nuest ras; ¡a E l l as !
¡A E l l as ! ; sí , porque dest ruyen
los rencores que sañudos
¡E l las , só l o , const i tuyen
vuest ros mejores escudos! . . .
y los crueles do lores
de la esperanza perd ida.
Y entre sus b razos cansados
y entre sus flácidos pechos,
de jamos como o lv idados ,
l os rencores amasados
¡O lv idemos! ; que la ho ra
de descansar ha l legado;
¡álzate! pues, segadora ,
¡que bastante hemos segado!
O l v i demos los r i go res
de estos ardientes t r iga les ,
gozando de o í ros ardores
a l mezclar nuest ros sudores
entre los verdes maiza les. . .
A N S I E D A D E S
A N S I E D A D E S
Sin tí, la pena y el d o l o r me a b r u m a ;
y en el recuerdo de lo no o l v i dado ,
quiero encont rar el b ienestar s o ñ a d o ,
y hasta el recuerdo , m i do lo r es fuma;
mansa a la pena, la dol iente p luma,
penas le raya al ideal ans iado ,
en tanto que del pecho deso lado
surgen tor rentes de t r is teza suma.
¡Horas fu turas de placer y a m o r e s ! ;
¿cuando la V i d a me dará sus flores
en la car ic ia de tus o jos be l los?. . .
¿Cuando al besar de tu he rmosu ra inmensa,
sent i ré que me envuelves en la densa
maraña celest ia l de tus cabel los?. . .
E N T U S B R A Z O S
E N T U S B R A Z O S
Tü pecho sent i rá los golpes r u d o s
conque en el mío el co razón go lpea;
y sent i rás los fuegos que sañudos ,
m i cuerpo abrasan , cual ro j i za tea;
y escucharás los ayes de mis due los
en el s i lenc io de tus noches bel las,
y verás lo inv is ib le de los celos
ref le jarse en mis o j os , c o m o est re l las.
Y t ú , en mis b razos ha l larás la ca lma
que en el cansanc io del amor , tu a lma
ha de buscar , con ansiedades locas ;
y yo en los tuyos ha l la ré la V i d a ,
y de mi pecho cer rare la her ida
con los besos ardientes de tu boca . . .
E L Ú L T I M O B E S O
E L U L T I M O B E S O
Muy t r is te , muy t r is te
la pál ida n iña ;
la vaga mi rada
muy quieta, muy fija,
qué cosas m i ra ra , perd idas !
Dos l ág r imas , s o l o ,
surcaban sus b lancas mej i l las ;
¡dos l ág r imas , s o l o , l l o raban
el l lan to de toda su v ida !
M u y lenta, muy du lce,
la tarde caía,
en gasas de nubes,
que el r o j o hor izon te cubr ían.
114 EDUARDO G . CH1CANO
Vo laban las aves;
y al loco bul l ic io de su a lgarabía ,
p ro fundos susp i ros
lanzaba la n iña ,
quizás env id iando
de tanta car ic ia ;
sus l ibres amores
¡quien sabe por que susp i ra ra
la pál ida n iña ! . . .
L o s ú l t imos rayos
de luz mor tec ina ,
besaron amantes
soñaba despierta
en o t ros fel ices y más bel los d ías.
Qu i tá ron le amores
que fueron su d icha;
qu i táron le todo
cuanto ella quería;
ERÓTICAS 115
bel lezas al cuerpo y a l a lma;
de aquel las que r o b a n la v ida . . .
La must ia cabeza
sacó de entre pl iegues
la carta quer ida;
posó la en sus lab ios
con rabias que la en loquecían,
y Un beso de fuego ,
que en fuego t o r n ó sus mej i l las ,
quemó aquel las rayas
¡secreto de amores ;
L legó la mañana,
la verde campiña;
¡por s iempre do rm ida ! ;
116 EDUARDO O. CHICANO
muy pál ida y f r ía ;
dob lada en sus manos
la carta quer ida;
con un dulce gesto
y en sus labios march i tos , la mueca
del ú l t imo beso que d io con su v ida . . .
C A L I D E C E S E S T I V A L E S
C A L I D E C E S E S T I V A L E S
Oh las noches granad inas est iva les!
¡Cuando mírase la luna en los cr is ta les
de los v ie jos sar racenos aj imeces,
predi lectos del c lave l ,
donde sueñan las doncel las tantas veces,
ar ru l ladas por los cantos y las preces
del román t i co donce l !
¡Cuando exhalan sus a romas del icados
los jazmines po r los céf i ros besados,
donde t r inan los canoros ru iseñores
sus po lémicas de amor !
¡Cuando br i l la en el espacio, c o m o flores
de var iados y fantást icos co lo res ,
de los as t ros , el magní f ico esplendor!
¡Oh , las noches est ivales g ranad inas !
¡Qué de h is to r ias y leyendas peregr inas
120 EDUARDO O. CHICANO
elaboran tus excelsas cal ideces,
y tus bosques, y tus s ier ras de c r i s ta l ,
cuando en túnica de luna resplandeces,
y a pintores y poetas les of reces
tus encantos de o r ien ta l !
Y o recuerdo de esas noches del ic iosas,
a las pobres doncel l i tas a m o r o s a s ,
exal tadas por las f iebres pas ionales
con rubores enmendar sü pal idez,
y escuchando mi l sent idos madr iga les ,
desl izarse por regiones ideales
de subl ime candidez. . .
las que en sueños de ventura sucumbieron
amargadas po r sus p rop ias i lus iones;
las recuerdo con do lo r ,
porque v i desfal lecer sus corazones ,
| ían fel ices, tan henchidos de pas iones ,
tan creyentes en las farsas del amor ! . . .
¡Rosar io ! ¡Carmen! ¡Do lo res ! . . .
¿Porqué a la pál ida luna
imagináste is a lguna
leyenda de t rovadores . . .?
ERÓTICAS
¿Con qué fuerza os a d u l a r o n ? ;
¿con qué v i r t ud os m in t ie ron
que vuest ro amor encauzaron
al or iente que os fingieron?...
¡Noches de lunaí ; as i son
esas noches a lcahuetas,
|Oh f i cc ión , tú las i nmo las
con tu implacable r i g o r !
¿porqué les dejas las so las
amarguras del a m o r ?
¿Qué ambiente aquel embustero
filtró en el las el a r te ro
veneno de las pas iones?
¿Qué imagen b lanca de luna
h izo estal lar sus anhe los ,
hasta to rna r las en una
míst ica flor de los c ie los?. . .
¿Qué venenosas tonadas,
o que romance ases ino,
las a r ru l l ó en las ve ladas
de aquel carmen g ranad ino? . . .
12K
¡E ran noches de querel las
a m o r o s a s y desve los! ;
¡v ig i laban las estrel las
y estaban l imp ios los c ie los !
Una embriaguez, t r i un fadora
de recatos v i rg ina les ,
fué de r ramando , t r a i do ra ,
su esencia de madr iga les .
Y hal ló las en el descuido
de a lgún igno to placer,
a jenas al a la r ido
de sus carnes de mujer .
Y a l o i r a los poetas
sus cantos adu ladores ,
no ser mujeres, ser flores...
Y adormec idas v a g a r o n
por un cielo de c r is ta l ,
hasta que al f in desper taron
de aquel sueño c r im ina l .
M a s ¡ay! que el do l o r agi ta
con sus crueles eno jos ,
aquel la carne march i ta
y aquel los march i tos o jos . . .
ERÓTICAS 125
tiene pr isas de hu racán ,
y acelera la par t ida
de esas pobres que se v a n . . .
¡Cuando hoy os veo , pobres coque tas ,
abandonadas de los poetas,
y con sus l indas f rases, rep letas
de falsedades, os a r r u l l a r o n !
¡Cuando hoy os veo , mus t ias , l l o r o s a s ,
l levar la mueca de los rencores
en vuest ros lab ios , ya s in co lo res ,
como esas b lancas fúnebres r o s a s ,
pá l idas f lo res ,
que ya ni besan las mar iposas ! . . .
¡Cuando mid iendo vues t ros to rmen tos ,
van t ras voso t ras mis pensamientos;
no sé que ext raña melanco l ía ,
no sé que ex t raños remord im ien tos ,
siento en el f ondo del a lma mía!
¡Oh , los poetas! ¡ C o n sus canciones
a l imentaron vuest ras pas iones! ;
¡palabras bel las! ;
-124 EDUARDO Q. CHICANO
¡dulces querel las conque os r ind ie ron los corazones ! . ..
E l l os pasa ron ,
y en vuest ros t ie rnos pechos de ja ron
las dulces mieles de unos placeres
desconoc idos : ¡Os engañaron !
que con sus cantos sat isfacían
vues t ros amores ;
de vuestras a lmas, ¡quizás son r ían ! . . .
Qu i zás sonr ían en las presentes
funestas ho ras de desengaños,
cuando contemplen esas dol ientes
l íneas esquivas de vuest ras f rentes,
que el los t raza ron con sus engaños . . .
¡Celestes sueños, por s iempre idos !
¡Ment i ras g ra tas , goces perd idos !
¡Ideal idades que se f o r j a ron
vues t ros sen t idos ! . . .
¡ C o m o v in ie ron , c o m o pasa ron ! . . .
¡ O h , los poetas! : ¡ C o m o de ja ron
vues t ros ensueños desvanec idos!
ERÓTICAS 125
N o so is ond inas , n i luz , ni flores,
n i mar iposas ,
ni dais per fumes, como las rosas ,
n i por voso t ras los ru iseñores
en la enramada t r inan süs g losas . . .
Y sin embargo , so is más que hadas,
y más que flores,
son el más g ra to de los p laceres,
son la más dulce de las ba ladas,
porque so is , jpobres equ ivocadas!
lo más sagrado de ser: ¡Mujeres!
Mujeres : V i d a que march i tás te is ,
g lo r i oso nombre que despreciásteis
a lucinada la fantasía ,
de los cantores con quien soñáste is . . .
A lmas quis iste is ser de poetas;
a lmas secretas
que palp i taran en lo más hondo de sus cantares ,
menos dol ientes que los pesares
que os a to rmentan , jpobres coquetas!
126 EDUARDO Q. CHICANO
que a sus r incones el mundo lanza;
t r is te despojo de la belleza
que n i aún alcanza
las vanidades de la pu reza . . .
Po r eso a l ve ros , t r is tes , l l o rosas ,
l levar la mueca de los rencores
en vuest ros labios ya s in co lo res ,
c o m o esas blancas fúnebres rosas ,
pál idas f lores
l lenos de tr istes remord im ien tos ,
l lenos de t r is te melancol ía ,
jy es porque siento vues t ros to rmentos
en lo más hondo del a lma mía ! . . .
SENTIMENTALES
aga t ina dol iente
pesadez de o l v i dos ,
y ünas aguas tu rb ias r iman en la fuente
cantos do l o r i dos .
V v i
una estrel la lanza
y en el must io encaje
de un seco ramaje ,
las ú l t imas flores...
L a noche es sombr ía ;
la noche es tan tr iste como alegre el d ía ;
noche de perd idos
de per ros rab iosos . . .
j Lü ío deso lado;
espantosa ca lma!
¡Esta que ha l legado,
es noche del a lma ! . . .
¡ Implacable noche! ¡Surges de un osar io , para con tus sombrashacer m i sudar io ! . . .
¡Todas las. angust ias
de su h o r r o r me lanza! . . .
¡Pobres flores must ias
las de la esperanza!
¡Van pasando yer tas ,
¡Tr is tes rosas s o n ,
cuando a su par t ida
dejan sus espinas en el co razón ! . . .
SENTIMENTALES 133
una estrel la lanza
la de mis amores . . .
de un seco ramaje ,
dejan su ropa je
las ú l t imas flores...
P R E S E N T I M I E N T O
P R E S E N T I M I E N T O
a pasado t ina imagen de t r is teza,
ique acaso mi esperanza dest ru i r ía ,
s i no me conso la ra tu bel leza;
s i en t í yo no pensara , v ida mía ;
porque no estás c o n m i g o , la aspereza
del t remendo er ia l c ruzo s in guía ,
desgranando el do lo r en que t rop ieza
el l oco carnava l de mi a legr ía . . .
M a s perdóname t ú , s i el desal iento
se mezcla a lguna vez con el contento ,
a l c ruzar el do l o r de estos caminos ;
perdóname, mujer , s i al aco rda rme
del pago que al final pudieras da rme,
yo pienso en el lanzazo de L o n g i n o s . . .
V E R Ó N I C A
V E R Ó N I C A
|aso a paso la cuesta subi r ía
de m i t r is te ca l va r i o ; la a m o r o s a
carga de la C r u z , t ranspor ta r ía
c o m o el cadáver de una dulce esposa.
Y o también mi co rona l levar ía
como aquel la de C r i s t o , d o l o r o s a ,
e igua l que a la de C r i s t o , la a levosa
lanza, m i carne romper ía :
E l sudor y la sangre ocul tar ía
el gesto do lo r i do del semblante;
y lo m i smo que C r i s t o dejaría
la huel la de mi r os t r o agon izan te ,
sobre el b lanco cendal , que of recer ía
a mi do lo r , tu co razón amante. . .
¡LA P A Z S E A C O N T I G O !
¡ L A P A Z S E A C O N T I G O !
A tü encuentro he sa l i do ,
y of rec iéndote a lbergue, he g r i t a d o :
¡La paz sea con t igo !
Y has entrado en mi pecho,
tanto t iempo vac ío ,
y la fiel l ibac ión de la of renda
te he hecho, bebiendo con t i go . . .
¡Bien venida seas
f lo res, que no p iedras,
s iembren tu camino ;
f raganc ia el t om i l l o ;
sombra el c i n a m o m o ,
ca lor m i ca r i ño . . .
Y o , también a tu eterna
y cruel despedida, he sa l ido ,
y al mi rar te par t i r , he g r i t ado :
¡La paz sea con t igo ! . . 10
N O C T U R N O
N O C T U R N O
Un ef luvio de nardos surg ie ra leve
como verna l susp i ro , para embr iagar te ;
y un ha lago de luces, c o m o la n ieve,
descendiera del c ielo para besar te. . .
Y en el oseo noc tu rno , re lumbrar ía
como v i s i ón de ensueño, tu imagen be l la ,
y tu m i rada , a l c ie lo le roba r ía ,
el fu lgor predi lecto de a lguna est re l la .
Un susu r ro de amores fingiera el v ien to ,
al besar la opulenc ia de tu he rmosu ra ;
y un madr iga l r ima ra , con dulce acento,
el ru iseñor ocu l to t ras la espesura. . .
Se romp ie ran las sombras , luego vendr ía
en su ca r ro de luces la b lanca a u r o r a ,
y a su beso de fuego despertar ía
del ensueño noc tu rno que me enamora . . .
¿ Q U I E R E S ? . . .
¿ Q U I E R E S ? . . .
En m i jard ín hay üna umbr ía
ba jo la sombra de ün r o s a l ;
al l í penetra la luz del día
con un cansanc io vespera l .
T r i n a n en luchas de a rmon ía ,
l os ru iseñores en su n ida l ;
y se d i luye una ambros ía ,
c o m o de mieles de un pana l .
E s un reg io l indo t r o n o
que l l o ra flores de abandono,
b lancas y ro jas cual ca rmín ,
porque del t r o n o fa l ta la d iosa
que es una rosa ; ¿quieres he rmosa
ser tu la d iosa del ja rd ín?
A S Í P A S A S T E S . . .
A S I P A S A S T E S . . .
Tu busto envuel to en arabescas gasas ;
p isando apenas la or ienta l a l f ombra ,
por el pa lac io de mis sueños pasas,
dejando un ras t ro de azulada sombra .
Resuena el eco de tu planta breve,
como un suave deshojar de flores,
tan cadenc ioso, tan su t i l , y leve,
que n i la noche p ropagar se atreve
la dulce majestad de sus rumores . . .
Y del mis ter io en la i r isada b ruma
desvanecerse tus encantos veo ,
como una imagen de l igera espuma. . .
iAs í , también, la real idad esfuma
las genti les A lhambras del Deseo! . . .
L L A N T O D E L A T I E R R A
L L A N T O D E L A T I E R R A
Bro ta bajo el peñascal
un manant ia l i gno rado
j O h lág r imas de c r i s ta l !
¿dónde estará el ancest ra l
do l o r que las ha engendrado?
¿En qué r i ñ o n ab ismal
c lavó el do lo r sus espinas,
que así der rama el caudal
dc^sus aguas cr is ta l inas?. . .
¿Que desgar ramien to h o r r e n d o
de su seno, h izo despojos
de c r i s ta l , que va ver t iendo
como s i tuv iera o jos? . . .
L lan to de la t ie r ra ; canto
de sus igno tos do lo res !
¡ C ó m o recuerda ese l lanto
el l lanto de unos amores ! . . .
11
B E S O S D E F L O R E S
B E S O S D E F L O R E S
Vagando en los ja rd ines
donde m i sueño me l levó a buscar le ,
me sorp rend ió tu sombra en los jazmines ,
cuyas ho jas besé, para besar te. . .
¡Discretas mensa jeras ! ,
esas flores, que son tus compañeras ,
con su a r o m a , mis besos han de dar te . . .
T U S D O S A L M A S
T U S D O S A L M A S
A lma que v ive en tus o j os ;
d ime si es a lma perd ida
que por v i v i r a íu sombra
acaso me dejar ía . . .
el camino de la v ida ,
s i te despojas de a lguna
no abandones a la mía .
Déjala v i v i r cont igo;*
mímala con tus car ic ias
y hazle una bel la gu i rna lda
con la f lo r de tu sonr i sa .
N o la abandones, he rmosa ,
que bien ingra ta ser ías,
con quien por amarte tan to ,
so lo y s in a lma camina . . .
M U R M U L L O S
M U R M U L L O S
Una endecha de amores va r imando en m u r m u l l o s
do lo r idos y t ie rnos , una fuente i gno rada ;
en el si lencio suenan las cr is ta l inas no tas ,
como roce de per las sobre cauce de p lata.
Las estrel las v ig i lan el d o r m i r de las f lo res ;
mientras las flores duermen, los ru iseñores cantan;
¿escuchará sus t r i n o s , en la si lente noche,
el cáliz per fumado de a lguna rosa b lanca?. . .
A U S E N T E
A U S E N T E
Un dulce revo la r de mar iposas
era tu a l iento; tan suavemente
acar ic iaba, ha lagador , mi f rente,
que recordé los besos de las rosas . . .
¿Qué mis ter iosa luz de celosía
árabe, tus o jos deste l laban,
que cuanto más las sombras los ve laban ,
más encantos en el los descubr ía?. . .
Fué un p lag io de la noche, con su ve lo
de sombras y de estrel las en el c ie lo,
el fu lgor de tus o jos soñadores ;
que al recordar ausente, en la demencia
del suf r i r insufr ib le de la ausencia,
maldicen su bel leza, mis do lo res . . .
V I E J A S F U E N T E S
V I E J A S F U E N T E S
En sonata de cr is ta les,
se desgranan como per las
mus ica les ,
dan beleño de jazmines y rosa les . . .
S o n las mismas que apagaron
con su grata a lgarabía ,
los rumores de unos besos que s o n a r o n
en la sombra ; de unas sombras que pasaron
con turbante y a lbornoz de sedería. . .
Cuando v ier ten espumosas. . .
estas fuentes, sus caudales en la taza,
donde en r i zos se lamentan c lamorosas ,
me recuerdan las jo rnadas do lo rosas ,
de una raza, que es mi raza . . .
182 EDUARDO O. CHICANO
que a l part i r abandonaron ;
y con ella
de unas sombras que pasa ron ,
y al dest ierro se l l evaron
l o s r igo res implacables de su es t re l la . . .
S o n tus o j os , n iña mía,
de l co lo r de los do lo res
de ese pueblo que maldice en morer ía
la cobarde sum is ión de sus mayores ;
y por eso y o en tus o jos ,
•v igor izo sus quere l las ,
porque en e l los , beben el las,
la t ragedia secular de sus eno jos . . .
U N A L Á G R I M A T U Y A
U N A L Á G R I M A T U Y A
V i en tus o j o s , c ie lo mío ,
una lágr ima de amor ,
que era gota de roc ío
en el cál iz de una flor;
que era estrel la rut i lante
en la sombra mis te r iosa ;
que era gema de d iamante
en el fuego de una rosa . . .
(Bel la perla desgranada!
del oscu ro manan t ia l ! . . .
¡Quién pud ie ra reco je r la ,
y en el f ondo s iempre ver la ,
de un joye ro de c r i s ta l ! . . .
M A T E R D O L O R O S A
M A T E R D O L O R O S A
Vas, suel to el pe lo , como iba aquel la
v i rgen excelsa, do lo r ida y t r is te ;
aunque el ca lva r io aquel que sub ió el la
en busca de su A m o r , tú no subiste.
Tienes lo m i smo la mi rada , cuando
el roc ío del do lo r la empaña. . .
¡Lo sé, mujer , porque te v i l l o rando
ün l lanto igua l que el que sus o jos banal
Y si en E l la re lumbran los puñales,
que rasgan sus entrañas v i rg ina les ,
como zarpazos de crueles h ienas,
en tu pecho se exhibe una espantosa
t ragedia de c laveles, d o l o r o s a ,
más ro j os que la sangre de tus venas . . .
C A N C I Ó N L O C A
Yo sé aquel la t r is te
canc ión o l v i dada :
S i tú no la o is te ,
¡escúchala, n ina , que suena a ba lada! . .
Fué un sueño de f lo res
y ha lagos sut i les; ¡soñar de un momen to ! .
Sonata de amores . . .
¡También en el sueño v i b r ó un ju ramento ! .
¿Quién ju ra y o l v ida? . .
¡Por D ios que la estrel la
del m o z o , fué estrel la do l ida !
¡Por D ios que la moza era be l la ! . .
¡Amores perd idos !
¿Por qué tan un idos
van s iempre. A m o r y D o l o r ? . .
194 EDUARDO O. CHICANO
de la ca lentura . . .
¡Oh santa demencia!
¡Qué un idos van s iempre A m o r y L o c u r a !
¿Po r qué una insensata
v i s i ón de soñanzas que huye,
tan g randes bor rascas desata,
tan grandes montañas de d ichas destruye?. .
¡ O h sueños de amores !
¡Ha lagos sut i les! ¡Soñar de un momento !
¿ S o n flores? ¡Mald i tas las f lores
que dejan un ras t ro sangr ien to ! . .
B A L A D A
B A L A D A
La t r is te tonada
de amores lanzó ;
la n iña escuchó.
La t ierna balada decía:
iQüé t r is te v i v i r s in amar í
¡V i v i r s in amar !—repet ía ,
y la n iña quizás pensar ía;
¡V i v i r s in amar ! . .
Can taba , cantaba;
y cantando la madre l l o raba ,
¿porqué l l o ra r ía? . .
La tr iste balada decía:
¡V i v i r es amar !
198 EDUARDO Q. CHICANO
jVivir es a m a r ! - r e p e t í a ,
y la niña quizás pensaría: ¡Vivir es amar!
L a madre cantaba
cantando la madre, l loraba,
la niña escuchando, reía. . .
M E E N V U E L V E L A I L U S I Ó N . . .
M E E N V U E L V E L A I L U S I O N . . .
Me envuelve la i l us ión en el de r roche
de sus br i l lantes luces, tu e laboras
ese d iá fano azul de que co lo ras
mis encantados sueños en la noche.
Se ceba en mis ent rañas un mar t i r i o
de enervadoras ans ias ; y te veo
esfumada en la n iebla del Deseo,
como una d iosa que fo r jó el De l i r i o . . .
¿Ves que en igma es su f r i r? ¿Ves cómo nace
del placer el d o l o r , y se deshace
en una gra ta l luv ia de i lus iones? . .
¿Ves c ó m o un sueño de aparente ca lma ,
no es s ino un m o n s t r u o que dest roza el a lma
con la ga r ra crue l de las ficciones?..
R O S A S C A R M I N A D A S
R O S A S C A R M I N A D A S
Eran b lancas, muy b lancas
las rosas del r o s a l ;
¡una fiesta de n ieve y de pa lomas
bajo el r i co esmeralda del f r onda l !
Qu is is te una flor para tu pecho,
y te pude a lcanzar ,
una de aquel las rosas ampar inas ,
menos l imp ia qu izás ,
que la intensa b lancura de tu f ren te .
j O h bendi ta c rue ldad
de las co rvas espinas de su ta l l o ! . .
Todas a desgar ra r
m i des t ruc to ra mano , p ron tas f u e r o n ,
y m i d icha fué más ,
porque pude ofrecer te, con mi sangre
carminadas , las rosas del r o s a l . . .
U N S U E Ñ O D E P L A C E R . . .
U N S U E Ñ O D E P L A C E R . ,
Un sueño de placer c ier ra m is o jos ,
cuando o l v idando la d i s tancm, c reo
sent i r el fuego de tus lab ios r o j o s ,
av ivando el f u ro r de mi Deseo.
Y o , de tu amor impenitente reo ,
ante tu dulce excels i tud de h i no jos ,
mendigo de tu a l iento los despo jos ,
o de un susp i ro el débi l a le teo.
M i sueño rompa su quietud de muerte
ante tu imagen adorada y be l la ,
y sea real la rea l idad de ver te ;
mas s i apagase tu esquivez la estre l la
que i lumina mi amor , s i he de perder te,
vuele m i v ida con las luces de e l la . . .
14
T R A S E L A J I M E Z
T R A S E L A j í M E Z
T' ras el mo r i sco aj imez
de la i lus ión ha m i rado ,
y ha so rp rend ido ta l vez
a lgún r o s t r o enamorado
ba jo un tu rbante de Fez.
N o era el v ien to con las flores
el ga lan te r imado r ;
aquel la t r o v a de amores
l levaba est rofas mejores
que las del v iento y la f lo r . . .
V o z humana, voz do l iente ,
que ya imp lo raba vencida
o ya v ib raba va l iente;
cual a r r oyue lo , do l ida ,
o b ronca c o m o el to r ren te .
Qu i zá una lág r ima quieta
en sus mej i l las he rmosas ,
214 EDUARDO Q. CHICANO
aquel ambiente de rosas . . .
a lgún susp i ro b ro ta ra ,
para perderse a su vez
en la regia cal idez
de aquel la noche tan c la ra .
jQüe no. dis ipe la au ro ra
el ensueño embr iagador ! ;
cincele la a r robado ra
kásida del t r ovado r !
¡No a lumbre la luz del día
el pudor de unos son ro jos
qüe se ocu l tan en la umbr ía !
¡No es la noche tan sombr ía
cuando se m i ra en sus o j os ! . .
Sueñe la n iña asomada
a su mor i sco aj imez,
mient ras oye la tonada,
con que obsequia a su adorada ,
el del turbante de Fez. . .
L L E G Ó L A P R I M A V E R A
L L E G Ó L A P R I M A V E R A
Llegó la p r imave ra ; s i l ozana
fué en la t r is teza del m is te r io , un d ía ,
ba jo el en igma ex t raño del «manana>,
«hoy» la ventura ampl ió su lozanía . . .
Y el mis ter io no cesa; la esperanza
pers igue s iempre o t r o b ro ta r de flores,
y hacia el or iente de sus sueños lanza
sus eternos anhe los bu l l i do res .
Y l lega el t iempo que se v i ó le jano;
mas las ho ras l legadas ¿qué t ra je ron? ,
¿f icc ión o rea l idad?; .¡quien lo sup iera ! ;
¡quien pudiera sondar el h o n d o a rcano
de estas ho ras floridas que v in ie ron
con ropa je y o l o r de p r imavera ! . .
E N L O S C L Á S I C O S T I E M P O S
E N L O S C L A S I C O S T I E M P O S
En los c lás icos t iempos, íú te v ie ras pintada
en la j oya de esmal te, sobre el peto de ace ro ,
que cual santo amule to , y o l levara co lgada,
pregonando el mo t i vo de mi gesto a l tanero .
Y serías la f i rmeza de mi b razo ag res i vo ,
en las locas andanzas que a t rev ido emprend iera ;
y s i acaso en Arge l ia me encont ra ra cau t i vo ,
de tu amor , con la fuerza , mis cadenas romp ie ra .
Y o , escul tor florentino, una escuela fundara
de escul tores genia les, que copiasen tu cara
en el b lanco a labast ro o en el m á r m o l penté l ico;
y s i Dux venec iano, y o p intar mandar ía
un al tar en S a n M a r c o s de la V i r g e n Mar ía ,
que tuviese tu r o s t r o , al beato F r a Angé l i co .
D E S I L U S I Ó N
D E S I L U S I Ó N
El pensamiento osado se ag iganta
en la mezquina cárcel del ce rebro ,
y romp iendo el obs tácu lo en pedazos ,
a t rev ido remóntase a los c ie los . . .
V a en pos del idea l , que es una imagen
envuelta en la nebl ina del m is te r i o ,
v is ta só lo una vez en el a lcázar
que fabr icó la mag ia del deseo. . .
Y acaso al encont rar la f renar ía
el fantást ico ca r ro de los sueños ,
s i so rp rend ió que la bel leza era
una d iv ina máscara del c ieno . . .
; O h , la dulce ment i ra , c o m o ha laga ,
de los f ing idos sueños! 15
226 EDUARDO G . CHICANO
de su regia mans ión el pensamicnto l
Es bien g ra to soñar ; la v ida t iene
un hor r ib le amargo r le jos del sueño;
¿será verdad que el co razón o l v ida ,
en la paz insondable de los muer tos? .
Q U I M E R A
Q U I M E R A
En el t rope l fan tás t ico de mis ensueños l o c o s ,
te m i r o rodeada de cél icos f u l go res ,
y dejas un per fume tan suave, como pocos
perfumes e laboran las más ol ientes flores.
Tus fo rmas inc readas , las nubes d i f um inan ,
v ist iéndolas de ténües y mág icos cendales,
y cruzas por m i mente, lo m ismo que caminan
las almas de las v í rgenes so bóvedas as t ra les ;
y escucho la en igmát ica canc ión que vas cantando,
y espero tus car ic ias de s o m b r a , c o m o espera
la gota de roc ío , la flor que está b ro tando . . .
¡Es tr iste la esperanza que s iempre es esperanza.
¿Qué Dios pudiera darme las alas con que fuera
en pos de esa qu imera que m i v i v i r no a lcanza?. .
T U T R O V A
T U T R O V A
lejé la g-uzla, un momen to ,
de las cuerdas me lod iosas ;
¡era tan t r is te su acento ,
c o m o del o toño el v ien to
cuando deshoja las rosas ! . .
L a t r o v a de los amores ;
la de las ho ras me jo res ;
la que se engendró al f u l g o r
de tus o jos soñadores ,
era la t r o v a mejor .
T r o v a dulce que sentí
dent ro de l pecho g rabada;
¡la tuya ! , la que leí
a un r a y o de tu mi rada
y en un ve rso te o f rec í . . .
234 EDUARDO G . CHICANO
S H u amor no es flor de un día,
no o lv ides su melodía,
guárda la con devoc ión ,
lo m ismo que guardar ía
íu imagen m i c o r a z ó n !
L A N O C H E S I N T I
L A N O C H E S I N T Í
El a lma íc n o m b r a
y d ibuja tu imagen ga l la rda en la s o m b r a ;
y es el terc ipelo de la noche oscu ra ,
un egreg io man to para tu he rmosu ra ;
, resa l tas en e l la ,
como los fu lgores de Una b lanca estrel la
en un c ie lo negro s in mancha n inguna ;
ün cielo s in l u n a ,
en que sus c respones, la luz ar rebo la
de una estre l la so la .
La noche es un fondo macabro de h o r r o r e s ,
mient ras tu presencia
no le da el per fume ni la t ransparenc ia ;
s i no la i luminas con los resp landores
de tus o jos be l los ,
el c ielo no t iene deste l los;
la noche es un lób rego ab ismo de h o r r o r e s . . .
T U L U Z
T U L U Z
La lüz que baña tú frente
t iene ün t inte de t r is teza,
un f u l g o r de le janía,
un ref le jo de leyenda
tan d i füminado y leve,
tan ex t raño de la t i e r ra ,
que más que de d ichas, hab la
de inmater ia les do lenc ias . . .
E r e s bel la de tal m o d o ,
que no t ienes compañera ;
v i ves a is lada en tu encanto;
y es que hay en tu bel leza,
la nostá lg ica te rnu ra ,
la l ínea g rave y serena
de las cosas increadas;
242 EDUARDO Q. CHICANO
m . Tienes tu luz , que es luz- p rop ia ;
luz de ensueño, luz de endecha;
j r a y o de luna que abrasa ! ;
¡ rayo de so l que no quema! ;
¡ luz que remeda en tus o jos
Una sonata de est re l las ! . .
¡ O h , suav idad vesper t ina,
que se d i luye en las t renzas
de tus cabel los cas taños,
y en tus mej i l las morenas ! . .
Po r eso la luz del día,
cuando tu he rmosu ra besa,
t oma esos ra ros mat ices
tan ex t raños de la t i e r ra . . .
C A S T E L L A N A
C A S T E L L A N A
En los siglos de vestes y marlotas;
celadas diamantinas y lanzones; plumajes ondulantes engarzotas
y heróicos y enigmáticos blasones,
íu fueras castel lana, yo caudillo; G acaso paladín aventurero queante el muro feudal de tu castillo
te ofreciese mis cantos de trovero.
Y en tu honor prodigando mi bravura,
a caballo y con lanza mantuviera la regia potestad de tuhermosura;
y s i alguno en s u duda te ofendiera, por tu amor, yo brechara s uarmadura, y a tus pies, con s u sangre lo escribiera.
T U H E R A L D O
T U H E R A L D O
Te precede un heraldo incognoscido cuando v a s a llegar; yo tepresiento,
y apercibo el rumor de tu vestido, y el ondular de tu hermosurasiento;
cual del salterio el argentino ruido llega hasta mi tu seductoracento, en el sutil aroma diluido que amasan los rosales de tualiento...
Y apareces, al fin, como una de e s a s
románticas y pálidas pr incesas que albora s u s mejillas elsonrojo. . .
y en la túnica leve que te cubre, como trágica herida se descubreel fuego reventón de un clavel rojo. . .
A F R I C A N A
A F R I C A N A
Oh mujer ! : La de los o jos
de abismales esp lendores;
de cr imina les rencores !
Déjame s iqu iera ver
una son r i sa de a m o r ;
n o me la n iegues, mu je r ,
para que pueda tener
len i t i vos m i do lo r .
¿Sabes amar? Qu ien lo i gno ra
no sabe lo que es sent i r ;
¿tú sabes cuando se l l o ra?
¡se l l o ra cuando se ado ra ,
porque ado ra r es su f r i r ! . .
Su l tana , n iña hech icera;
r o s a la más prefer ida;
254 EDUARDO O. CHICANO
por tu amor m i re ino d ie ra ,
y con el re ino , m i v i da ;
pues en tus b razos dejada,
ba jo el fuego que D ios qu iso
encender en tu m i rada ,
¡fuera a lcanzar la soñada
ventura del para íso !
T U A L C Á Z A R
C A N C I Ó N L O C A
T U A L C A Z 4 R
e una leyenda de more r ía ,
r obó t ina imagen mi fantasía
a l lá , en los t iempos de la i l us ión ;
y d ió le v ida , no sé que ensueño,
l leno de un dulce letal beleño
con que embr iagase m i c o r a z ó n .
Mu je r de ensueño; t r is te y he rmosa
c o m o una leve pál ida r o s a ,
que está mur iendo de langu idez . . .
C u a l t ú , t in taba de tonos ro j os
la l inda ga la de sus s o n r o j o s ;
y eran sus o j os , como tus o jos ,
porque eran negros c o m o la pez.
A r o m a s g ra tos robé a las f lo res ;
robé a la au ro ra sus mi l c o l o r e s ,
robé a la luna su b lanca luz ;
y para el ángel de mis amores ,
hice un a lcázar de resp landores ,
y en ese a lcázar habitas t ú . . . 17
E L F R A C A S O
E L F R A C A S O
Se presentó en la v ida petulante,
un poco de s incero b lasonando ,
y en el A m o r y en la Lea l tad pensando,
lanzó en la V i d a su a t rev ido guante.
A a lgu ien m i r ó con atenc ión galante
porque sü reto fue de A m o r , mas cuando
pasar la V i d a , se c reyó , m i rando ,
ce r ró los o jos po rque v ió bastante.
A l apura r las hieles del f racaso
sus ent rañas el l lan to abrasar ía ;
y ante la t r is te rea l idad , acaso,
p lag iando a los demás, adqui r i r ía
el gesto ar lequinesco del payaso
con sü mueca de h ipócr i ta a legr ía . . .
C L A V E L E S
C L A V E L E S
|Cshójase en tu pecho la sangr ienta he rmosura
de un c lavel anda luz ,
y su mancha ro j i za pal idece en la a lbu ra
de tu vest ido b lanco , c o m o cansada luz ;
en t ragedia de a romas su cál iz se march i ta
y el a lma de la flor,
con tu a l iento se mezc la , en tu pecho se ag i ta ,
y se asoma a tus o jos en un rayo de A m o r .
L A F L O R D E T U S B E S O S
L A F L O R D E T U S B E S O S
roy cog iendo las ho jas a r ro jadas
po r la míst ica flor de íu son r i sa ,
y con el las te j iendo las tonadas
qüe l levan tus encantos po r d i v i sa .
A p u r o sü du l zo r ho ja t ras ho ja
e tern izando así mis embelesos ,
porque eterna es la flor que se deshoja
en el mág ico a lcázar de tus besos . . ,
¡Bendi tos los ef luv ios v i rg ina les
que de íu pecho b ro tan a rauda les ,
y r iegan de esa flor los bro tes sab ios ! . .
De esa flor que t rasc iende a hechicer ía
y qüe mi ardiente co razón ansia
desprender de los t uyos , con mis lab ios . . .
VIEJA T O N A D A
VIEJA TONADA
con d ichas non medra ;
bien d ixc el adag io :
¡Haz bien y non temas!
A cuento , una ant igua
tonada t ra je ra ,
que d ixen que fizo
non sé qué poeta . . .
Fué el caso , un r o m e r o
qüe v i o a una vaquera ,
fac iendo la v ía
por non sé qué t ie r ras .
P o r be l la , la d i xo
las cosas más bel las
que lab ios de Un hombre
18
f o r zó una p romesa ,
y luego el r o m e r o
marchó a Compos te l a .
S in a lma el cu i tado;
que el a lma la dexa.
T o r n ó s e del San to
bien presto por ve r la ,
con más esperanzas
con más i lus iones
que espigas en s iembra . . .
Y a l ver la la d i x o :
— M i he rmosa vaquera ,
¿ficiste memor ia
—¡B ien haya el r o m e r o
que s igue su senda,
mas non pida amores
—¡Promesa ficisteí
—¡Ma ld i to el camino
que va a Compos te la !
SENTIMENTALES 275
— ¡ N o o lv ides vaquera ! . .
Y diz que más tarde
c ruzando esas t ie r ras ,
en un verde p rado
topó a la vaquera ,
fingidas p romesas ;
y a l ver a l r o m e r o
p lañó las t imera :
—¡Qu ien face do lo res ,
con d ichas non medra ;
bien dice el adag io :
¡Haz bien y non temas! . .
ÍNDICE Páginas
E R Ó T I C A S
Mu je r y v i d a • 13 N o c h e pagana 19 V i r t u o s a 25 S o ña d o r a s . . • L a p legar ia de la v i r g e n 35 H i j a na tura l 46 C o m o Jul ieta 49 Sed ien to 53 T u b a ñ o 57 Juego de am o r 65 E r e s m o r e n a 7^ S iesta anda luza . 73 C o n t e st a c i ó n 79 L a m o s c a negra 85 Sabát i ca 91 E n la s iega97 A n s i e d a d e s 105 E n tus b r a z o s 109 E l ú l t i m obeso • • Ca l ideces est iva les
S E N T I M E N T A L E S
O t o ñ a l 131 Presen t im ien to I 37 Verónica 141
Páginas
¡La paz sea c o n t i g o ! 145 N o c t u r n o 149 ¿Quieres? 153 As í pasastes . . . 157 L lan to de la t ie r ra 161 Besos de flores165 T u s dos a lmas . 169 M u r m u l l o s . . 173 Ausente • • •• 177 V ie jas fuentes 181 Una l á g r i m a tuya 185 Mater D o l or o s a 189 C a n c i ó n loca 193 Ba lada . 197 Me envuelve la i lu s i ó n 201 Rosas ca rm inadas . 205 U n sueño de placer 209 T ra s el a j imez 213 L legó la p r imavera 217 E n l o s c lás icost i empos \ . • • • 221 Des i l us ión 225 Q u i m e r a . 229 T ut rova 233 L a noche s i n í i 237 T u luz . . 241 Caste l lana 245T u he ra ldo . 249 A f r i c a n a 253 T u alcázar 257 E l fracaso 261 C lave les 265 L a flor de tus besos 269 V ie ja tonada273
ESTE LIBRO SE ACABÓ DE IMPRIMIR
EN VALLADOLID EN LA
MCMXVI


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Author: Rev. Leonie Wyman

Last Updated: 03/21/2023

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